Pertenezco a una generación que en su mayoría, por primera vez en su vida, experimenta la sensación de una participación política directa.
Pertenezco a una generación que ha nacido ya dentro de un sistema que se considera y se hace llamar democrático. Por mucho que sea una monarquía, no deja de ser parlamentaria.
Pertenezco a una generación que en su mayoría, hemos sido educados en la creencia del mérito como valor, del estudio y del esfuerzo como puerta hacia un futuro digno.
Pertenezco a una generación que ha crecido y ha visto que los valores que nos enseñaron ya no operan en la realidad, y lo que sí que opera de manera efectiva es el amiguismo, el chanchullo y la injusticia.
Pertenezco a una generación que ve que sus esfuerzos físicos o intelectuales no se ven recompensados con un trabajo digno.
Pertenezco a una generación que por regla general, ve muy lejano el poder tener acceso a una vivienda digna, y en algunos - no pocos - casos, ni siquiera tiene la posibilidad de costearse un alquiler que permita una emancipación del hogar paterno.
Pertenezco a una generación que tiene que mirar fuera de nuestras fronteras para poder soñar con un futuro digno y esperanzador.
Pertenezco a una generación que poco a poco va tomando conciencia de sí misma, de sus suertes y de sus desgracias, y que empieza a tener voz propia y exige ser escuchada.
Pertenezco a una generación con una cierta obligación histórica, que no es otra que la de levantarse contra el cariz que viene tomando la situación social, política y económica en nuestro país en los últimos años.
Cuesta hacerse a la idea del alcance de este movimiento ciudadano que ha venido desarrollándose estas últimas semanas. Que yo recuerde no se había visto una reacción política ciudadana tan contundente, a tan amplia escala y de tanto alcance en España en décadas.
Y una vez superada la emoción inicial, asimilado el estupor que en un primer momento me provocaba el que un movimiento de tanto valor y tan necesario hubiese surgido en España (aún me cuesta creer que hayamos servido de ejemplo a otros países por algo bueno), nos encontramos con multitud de incógnitas, y sobre todo, toneladas de trabajo por hacer.
Vuelvo a la idea de la primera frase de este post: la participación directa mediante asambleas en los barrios es una condición sine qua non para que el movimiento 15M siga desarrollándose independientemente de las acampadas. Como muchos ya podemos ver, al menos en el caso de Sol, necesita urgentemente que sea levantada por sus propios habitantes antes de que los problemas internos que se vienen generando se coman al movimiento. Parece que el desmantelamiento voluntario está al caer, esperemos que se produzca sin grandes problemas y se de paso a la presentación de medidas y acciones concretas.
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