Al parecer esta bombilla que está instalada en el parque de bomberos de Livermore - Pleasanton, California, funciona casi ininterrumpidamente desde 1901 (digo casi porque se apagó durante unos 20 minutos en 1976 cuando el parque de bomberos cambió su ubicación).
Una gesta de tal calibre merece que se le haya dedicado una web propia, e incluso una webcam que te muestra la bombilla en tiempo real por si te preocupa su estado.
En el artículo podemos leer, no sin sorpresa, que "nadie se explica las razones de que siga luciendo después de tanto tiempo".
Apoyando esta afirmación, Debora Katz, físico de la Academia Naval de Estados Unidos sostiene que "se diferencia de dos formas de una bombilla incandescente contemporánea. En primer lugar, su filamento es unas ocho veces más grueso que el de una bombilla actual. Y en segundo lugar, ese filamento, posiblemente hecho de carbono, es semiconductor", para concluir que "es posible que la bombilla de Livermore sea única en su especie".
Bueno, entonces no parece tan inexplicable...y ni siquiera es el único caso. El propio artículo enumera alguna otra bombilla que todavía siguen luciendo desde las primeras décadas del s. XX.
Solamente basta echar un vistazo a los comentarios de la noticia para darse cuenta de que muchos de los que hemos leido este artículo, hemos recordado 2 palabras que explican el misterio de la bombilla: obsolescencia programada.
Nada mejor para entender el concepto que ver este documental: Obsolescencia programada. Comprar, tirar, comprar, dirigido por Cosima Dannoritzer y coproducido por TVE. Al principio del mismo nos cuentan la historia de esta bombilla:
Más que esta "bombilla centenaria", creo que el "misterio" es por qué no todas las bombillas lo son.
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